Dinamarca contiene la respiración mientras los cuerpos de bomberos y Policía de todas las ciudades no dan abasto para contener incendios y disturbios. Tras conocerse el martes que la Policía secreta (PET) había desbaratado el plan de atentado mortal contra el dibujante Kurt Westergaard, autor de las ya famosas caricaturas de Mahoma publicadas en el «Jyllands Posten» en septiembre del 2005, y la nueva divulgación de esos dibujos por todos los periódicos del Reino, el mundo árabe se ha vuelto a movilizar en protesta contra unas caricaturas que se consideran «sacrílegas».
La denominada «Mahoma-krisen» se ha trasladado a las calles y plazas de las mayores ciudades danesas. Grupos extremistas muy jóvenes, inmigrantes e hijos de inmigrantes árabes en su mayoría, han incendiado y destrozado todo lo que han encontrado a su paso en marchas fanáticas, además de arremeter contra agentes del orden con piedras y cócteles Molotov.
Las autoridades no recuerdan un descalabro similar. Durante la noche del jueves se declararon nada menos que ciento diez incendios de grado tres (gran envergadura) en Arhus, ciudad donde el «Jyllands Posten» tiene su sede, y treinta y tres igualmente graves en Copenhague. En Arhus, donde más de una docena de coches quedaron totalmente destrozados por bombas caseras de gasolina, la «Varebro-skolan» ardió hasta sus cimientos, incendio que ha dejado a más de 500 alumnos sin ir a clase. La citada noche ha llegado a ser comparada, no sin exageración, con aquella otra fatídica de los cristales rotos, en la que los nazis arremetieron contra los judíos y sus propiedades en Berlín.
La Policía antidisturbios detuvo a más de una docena de individuos en Arhus y otros tantos en la capital, acusados de haber atacado brutalmente a los agentes del orden y demás ciudadanos. Los detenidos, de entre 15 y 18 años de edad, son inmigrantes procedentes de países musulmanes. La ministra danesa de Justicia, Lene Espersen, anunció «mano dura con los causantes de los disturbios».
Ayer viernes, día sagrado del islam, tras la gran demostración programada por la organización árabe Hizb-ut-Tahrir, Dinamarca entera se encontraba en estado de excepción. Los extremistas denominados autónomos, unos anarquistas que se apuntan a todas las luchas callejeras sin excepción, mandaron SMS a sus adeptos de otros países incitándoles a reunirse en Copenhague para «derrotar a la Policía fascista y racista». «No justice, no peace, no racist police», decían.
Mientras, en él mundo árabe, miles de radicales quemaron la bandera danesa en Islamabad, capital de Pakistán, y recorrieron las calles lanzando gritos contra Occidente. También se registraron protestas contra Dinamarca en Gaza y El Cairo, por lo que las autoridades danesas han pedido a sus conciudadanos que se encuentren en aquellas zonas que vuelvan a casa sin demora.
Una voz amable
La única voz amable árabe que se ha escuchado estos días es la del imán Abdul Wahid Pedersen, un nórdico con ojos azules, barba y pelo rubios, que ha pedido sin conseguirlo tranquilidad a la comunidad árabe.Por otro lado, se ha sabido que los tunecinos detenidos por intento de asesinato vivían bajo una apariencia «normal» en Arhus. Casados con dos mujeres discretas, eran personas muy respetadas en su barrio. Nadie pudo imaginar que tras su aspecto de buenos ciudadanos se escondieran dos terroristas.