VIOLENCIA EN EL FERROCARRIL: CINCO HORAS DE DESCONTROL
Destrozaron la estación de Haedo y quemaron 15 vagones
Todo empezó como una reacción airada de los pasajeros
por la suspensión de un servicio. Después, actuaron grupos violentos,
que incluso saquearon comercios cercanos. Hubo 21 heridos. Y 87 detenidos.
Ni Mario Serrano, que leía el diario
y tomaba un cortado en el bar "Física y Química", frente al
andén; ni Stella Romero, que paseaba su perro por el pasaje La Porteña,
al costado de las vías, podían imaginar que los chispazos que soltaba el
primer vagón del tren que venía de Morón terminarían por encender
la violencia en Haedo. Apenas pasaban las 8,30. Cinco horas después,
se contaban 15 vagones quemados, 87 detenidos, 21 heridos, comercios
saqueados y una estación destruida como en un bombardeo.
Hubo enojo de la gente y después ataques de grupos. La mecha se fue
preparando en el camino. La formación que había partido de Moreno a las
7,01 y debía llegar 56 minutos después a Once llevaba demasiada demora y
casi un millar de pasajeros enfurecidos. De acuerdo a varios testimonios,
entre Castelar y Morón se detuvo varias veces y casi queda cancelado el
viaje. Antes de entrar a Haedo, los chispazos dieron paso a un fogonazo.
Detenida sobre el andén de la vía rápida, ya sin poder continuar a raíz
de las llamas bajo el primer vagón, la formación se vació de pasajeros
que corrieron a la plataforma central para intentar tomar otro tren y
seguir viaje. Imposible subir: sobraba gente por todos lados. Las
propias autoridades de TBA, concesionaria de esta línea, estimaron que
había más de 2.000 personas, cuando la capacidad máxima de cada convoy
es de 900 o 950.
El servicio quedó finalmente interrumpido. Y la paciencia de la gente se
agotó. "Los pasajeros empezaron a reaccionar. ¡Estaban fuera de sí
y había de todo, eh!...Gente de saco y corbata, mujeres, viejos. Querían
romper lo que tuvieran a mano", describía Juana Cochella, usuaria
del Sarmiento desde 1985, que esperaba en la estación.
Seis policías de la comisaría 2ª de Haedo, y un patrullero, llegaron
para reprimir, y la situación se complicó más. Dispararon balas de goma
en forma indiscriminada y contribuyeron a que la gente se enardeciera.
Ahí fue notorio que se dividieron las aguas entre los que seguían
protestando airadamente, pero sin violencia, y otros, en general jóvenes,
que comenzaron a romper las boleterías. Según varios testigos, de
este grupo se desprendieron siete u ocho que entraron a los vagones del
segundo tren detenido y empezaron a quemar sus asientos.
En pocos minutos empezó a arder también la estación. Los bomberos de
Morón no pudieron acceder porque los manifestantes los hacían retroceder
a piedrazos. "¡Loco, con ustedes está todo bien, pero rajen de acá...
No se metan con nuestra protesta!", los espantaba, amenazante, un
pelilargo de veintipico. Pese a todo, una autobomba quiso acercarse. Pero
tuvo que dar marcha atrás, muy dañado por el ataque. Dos bomberos
recibieron heridas y debieron ser internados en el Instituto de Haedo.
La Policía ya no supo cómo reaccionar. Y por momentos la pasó mal. La
agente Romina Morichini recibió golpes con palos, y el propio jefe de la
Departamental, comisario Julio García, intentó dialogar pero fracasó.
"Sólo quiero pedirles que dejen actuar a los bomberos para apagar el
fuego", les dijo. Un grupo de tres muchachos con las caras
semitapadas por remeras le empezó a tirar piedras: una impactó sobre el
ojo izquierdo y le abrió una profunda herida. Tuvo que correr
hasta la estación de servicio Shell, sobre la avenida Rivadavia, a 15
metros del lugar, para evitar más golpes.
Con los agentes en retirada, a la espera de la llegada de refuerzos,
sobrevinieron la destrucción y el saqueo a varios comercios. Eran cerca
de las 11. Ya no se advertía la presencia de la gente que venía en el
tren y había protagonizado las primeras quejas. Ahora se distinguía,
claramente, un grupo de 80 a 100 personas que cometían desmanes.
Destrozaron el copetín al paso del andén (se llevaron botellas de
cerveza y gaseosa), una casa de venta de empanadas (robaron toda la
mercadería), una casa de computación y el Banco Supervielle. Y después
intentaron descolgar las mangueras de combustible en la Shell para
mojar el piso y tirarle fósforos, algo que empleados del playón,
como Esteban y José Luis, evitaron con la ayuda de agentes de seguridad
privada.
Después, frente a la inacción policial, terminaron de prenderle fuego
a las instalaciones del andén en el que se detienen los trenes que van al
interior de la provincia de Buenos Aires y a La Pampa. Levantado en 1922,
ese lugar, que constituye una reliquia para Haedo, quedó devastado. Se
destruyeron la sala de espera, la vieja oficina del jefe de estación y el
sector de encomiendas, muchas de las cuales fueron robadas. No se salvó
ni la vieja arboleda de acacias y paraísos.
Recién a las 13,35, con la llegada de tropas de Gendarmería y efectivos
de la Policía Federal, se retomó el control de la estación. Los
bomberos empezaron a sofocar las llamas y operarios de TBA debieron
demoler buena parte de la estructura de chapa y madera del andén central.
Era el final.
FUEGO EXTENDIDO. LOS VAGONES DE UNA
DE LAS FORMACIONES ATACADAS ARDEN FRENTE A LA ESTACION DE HAEDO. DESPUES,
TAMBIEN HUBO ESCENAS DE TERROR EN LAS ZONAS CERCANAS. (Foto: Pepe Mateos)
Todo puede parecer mezclado, pero conviene separar: la
reacción de los pasajeros, fatigados, hartos de los malos servicios, y la
acción de algunos grupos, en este caso vinculados a Quebracho, en el
centro de una violencia que terminó destruyendo trenes y un estación
que, además de ser vital para esos barrios, constituye parte del
patrimonio histórico de la Provincia.
Los episodios dividieron aguas en las hipótesis oficiales. El punto es si
algunos grupos se montaron en el enojo colectivo o si lo provocaron. No es
un dato irrelevante, pero el fondo de la cuestión es el mismo. Esa
realidad, con todo, no debería tapar la otra, la de los pasajeros de
todos los días, que también reclama respuesta.
Parada en Haedo
Hoy volverían a parar los trenes en la estación Haedo,
dijeron en TBA. Ayer se reestableció el servicio, pero los trenes no
paraban entre Ramos Mejía y Morón. Seguirían las demoras de 15 a 20
minutos.