Sólo quedan restos de cenizas en estratégicas oficinas públicas
(La Paz - La Razón)
El primer edificio en ser quemado por una turba de personas fue el Ministerio de Trabajo. De ahí en adelante fue imposible parar a la gente, que saqueó otros edificios hasta entrada la noche.
Sólo minutos después de que la sangre corriera por las calles de la sede de gobierno, la tarde de ayer, otra forma de violencia, la de una turba descontrolada, provocó pavor y destrozos en edificios públicos y privados, que los efectivos del ejército lograron controlar alrededor de las 23.00.
El reloj marcaba cerca a las 16.00 y en las calles aledañas a las plazas Murillo y San Francisco y la avenida Mariscal Santa Cruz se empezaron a formar grupos que, de a poco, contagiaban la ira en sus vecinos, amigos y hasta en desconocidos.
Si bien algunos se pronunciaron en apoyo a las demandas a la Policía y en rechazo al impuesto al salario, los vándalos no desaprovecharon

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la oportunidad para robar. Hubo algunos que actuaron bajo el efecto de las bebidas alcohólicas.
En pocos minutos, los manifestantes sumaron centenares y de pronto las calles se llenaron de gente. Alrededor de las 17.00, grupos de personas, armadas con palos y piedras, empezaron a ganar terreno por las vías que conectan con la plaza Murillo.
La primera parada fue el Ministerio de Trabajo. En ese instante, un adolescente lanzó la primera piedra contra el edificio y su ejemplo fue seguido por la turba que no demoró mucho en tirar abajo la puerta.
En cuestión de minutos cientos de expedientes con información sobre demandas, procesos laborales, planillas salariales y declaratorias de comisión, entre otras gestiones administrativas, además de computadoras y muebles, se convirtieron en cenizas. La infraestructura ardió por completo hasta más

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de las 21.00.
La humareda entusiasmó a los otros grupos, que vieron las lenguas de fuego desde la plazuela de la Alcaldía paceña; se armaron de fierros y piedras y al grito de ¡Viva Bolivia! forzaron las puertas de ingreso y las ventanas de la Vicepresidencia.
La antigua estructura de la construcción impidió el ingreso veloz de la gente, que tras romper los ventanales se apoderó de aquellas dependencias y quemó todo lo que encontraba a su paso. Cerca a las 18.15 los primeros pisos del edificio se encontraban envueltos en llamas.
En la planta baja y primer mezanine destruyeron las oficinas de prensa, recepción, denuncias de corrupción, libros y documentos. Por fortuna, los documentos históricos y originales de la época Republicana, como la partitura original del Himno Nacional, no se perdieron. Las llamas disminuyeron con el paso de las horas

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y al caer la noche sólo se veía algo de humo.
También alrededor de las seis de la tarde, en la calle Indaburo, otro grupo de personas, que desde la madrugada apoyaban la protesta de los efectivos de la Policía, decidieron tomar el edificio del Tribunal Militar.
Otra vez fue un adolescente quien, tras romper un vidrio de la planta baja, convocó a sus acompañantes para que le ayuden a romper una ventana, por la que ingresaron al recinto, donde destrozaron equipos de computación y quemaron cuanta documentación hallaron. No sólo fue afectado el inmueble, dos autos —estacionados en la calle Bolívar— fueron quemados.
La ira de los protestantes se descargó también en las oficinas de cuatro partidos políticos: la Casa Rosada del MNR (San Pedro) y las sedes de UCS (calle Mercado), MIR (calle Pichincha y avenida 20 de Octubre) y ADN (avenida Uruguay).
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