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Santa Cruz de la Sierra - Bolivia, Jueves 13, Febrero de 2003

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Las balas no distinguieron personas


Combate. Entre el humo, todo era confusión. Soldados y policías se batieron en la plaza con varios civiles de por medio


La movilización de las tropas del Ejército sería el fuego a la mecha de una de las jornadas más sangrientas de la ciudad sede de gobierno. Los enfrentamientos fueron inevitables. Militares y policías, estos últimos amotinados desde la noche anterior, intercambiaron disparos de granadas de gas, en primera instancia, y balas de armas grueso calibre (9 y 7,5 milímetros) después. La guerra estaba declarada. Se iniciaron las refriegas y con ellas cayeron los primeros heridos y también muertos. El saldo, siete horas después, fue 16 fallecidos y cerca de una centena de heridos, la mayoría de bala. Los primeros en llegar a los hospitales y clínicas fueron los policías afectados. Uno de ellos fue el subteniente Omer Nemer Patón, de 23 años, herido cerca a las dos de la tarde en plena plaza Murillo. La humanidad del joven suboficial no soportó el impacto de bala que acabó con su vida casi de inmediato. Murió haciendo “pecho muralla”, comentó más tarde uno de sus camaradas. Su cuerpo fue llevado a la morgue del Hospital de Clínicas en la tarde y en las primeras horas de la noche trasladado al Distrito Policial Número Uno, donde es velado. “Era un excelente policía, sostenía a su madre y sus hermanos, un hijo ejemplar”, sostuvo uno de sus parientes mientras trasladaba el féretro. A Nemer le siguieron uno y otro cadáver, todos heridos de bala. Policías, militares y también civiles cayeron en el enfretamiento. Entre estos últimos, jóvenes y estudiantes del colegio Ayacucho, algunos de los cuales participaron en el apedreamiento al Palacio de Gobierno en la mañana. Hasta el cierre de esta edición, la lista de heridos e incluso de fallecidos no cesaba en incrementarse tanto en el Hospital de Clínicas, el hospital Militar, Arco Iris, Obrero y la clínica Virgen de Copacabana. El sargento de Policía, Salustiano Quispe, se salvó por un pelo y sólo la gracia divina hizo que una bala pase a una corta distancia de su rostro. Sin embargo, recibió el impacto de una esquirla en el ojo derecho cuando los contingentes militares abrían fuego hacia un grupo de policías que bajaba unas gradas en la plaza Murillo. Ayer por la mañana Quispe, del Distrito Policial Dos, junto a sus compañeros se incorporó al motín de la Policía. Él y algunos de sus compañeros salieron a la plaza cerca del Hotel París para observar lo que sucedía cuando llegó la Policia Militar y otros grupos castrenses. “Habían disparos con armas de fuego y nos hemos echado en el suelo. Sentí como un golpe y un ruido shs.... me di la vuelta y sentí algo en el ojo. Ya no veía y debía haber mucha sangre", recordó Quispe.

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