Corridas, gases y choques entre manifestantes y la Policía en Santiago
La noticia que recorrió el mundo ayer a la tarde desató el llanto de los partidarios del ex dictador Augusto Pinochet y la euforia de sus detractores y de familiares de los muertos y desaparecidos durante su duro régimen. Los festejos pacíficos que comenzaron bajo el sol de Santiago frente a la sede del gobierno se convirtieron hacia el final de la tarde en duros enfrentamientos entre manifestantes y la Policía, que terminaron con gases lacrimógenos, corridas, heridos y de detenidos.
Los incidentes comenzaron pasadas las 19.30, cuando un grupo que se desprendió de la multitud que se manifestaba con banderas y cánticos contra Pinochet en la "Plaza de la Ciudadanía", frente al Palacio de la Moneda, intentó entrar a la sede del gobierno.
Según testigos, los desórdenes fueron provocados por grupos de encapuchados que lanzaron piedras contra los carabineros (policía militarizada) y trataron de destruir las ventanas de los edificios cercanos y paradas del transporte urbano. También arrancaron semáforos, carteles e incendiaron tachos de basura.
La Policía respondió lanzando chorros de agua desde camiones hidrantes y gases lacrimógenos contra los manifestantes, que también trataron de levantar barricadas con neumáticos incendiados y de reorganizarse varias veces. El tránsito fue suspendido en todo el centro de Santiago y las puertas de La Moneda fueron cerradas.
Las corridas, gritos y pedradas se repitieron en distintos puntos del centro de Santiago hasta el cierre de esta edición, pese al llamado a la calma que hizo el subsecretario del Interior, Felipe Harboe.
Cerca de las 21, cuando el centro de la capital era un caos de humo, gases lacrimógenos, gritos y corri das, Harboe se dirigió a la población y pidió "manifestarse en paz y tranquilidad". Además, anunció la puesta en marcha de un conjunto de medidas para mantener la seguridad durante la noche.
El funcionario no dio una cifra de detenidos pero dijo que se trataba de un "número creciente". Responsabilizó de la violencia "a grupos de encapuchados que atacaron a la Policía y a los manifestantes pacíficos" y trataban de llegar violentamente a La Moneda.
"Carabineros procedió a disolverlos (a los encapuchados), para evitar que manifestantes pacíficos fueran afectados", declaró el subsecretario, quien agregó que hubo manifestaciones masivas en diez de las 13 regiones del país y que sólo hubo "incidentes aislados" en Santiago y Valparaíso.
La marcha que derivó en serios incidentes había comenzado como un festejo pacífico, en el que familiares de víctimas de la dictadura y grupos defensores de los derechos humanos recorrieron las calles con banderas y pancartas con retratos de algunos de los más de 3.000 muertos y desaparecidos y del ex presidente socialista Salvador Allende, derrocado por Pinochet el 11 de setiembre de 1973.
"Viva", gritaban decenas de jóvenes. "Ojalá se haya ido al infierno", sonrió una mujer. "Qué pena que se haya muerto sin ser condenado. Pero estoy feliz por su muerte".
Al mismo tiempo, centenares de seguidores del ex dictador se concentraron frente al Hospital Militar, donde murió, y a la Escuela Militar, a donde hoy será trasladado su cuerpo.

El símbolo de una época sin ley
Malestar, frustración y "pesar" ante la muerte del general
Diversas personalidades y organizaciones reaccionaron ayer a la muerte de Augusto Pinochet.
"Es injusto que le llegue el final sin haber sido condenado por la cantidad de crímenes que cometió. Incluso después de haber terminado sus funciones, Augusto Pinochet fue un estorbo enorme para la transición a la democracia, con sus constantes apariciones y provocaciones", dijo a Clarín el actor chileno, Patricio Contreras.
"Pese a que no fue condenado, siento que existe una justicia moral. El mundo entero sabe que es un
traidor. Alguna vez, leí un graffiti que decía: 'Ninguna plaza llevará tu nombre'. Y creo que ésa es su mayor condena. Me hubiese gustado que viviera más para que sufriera en vida la condena por lo que hizo. Su presencia fue muy dolorosa, trágica y grotesca para mi país", concluyó.
El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, afirmó mediante un comunicado oficial, que el ex dictador chileno representó "un período sombrío de la historia de América del Sur".
"Fue una larga noche en que las luces de la democracia desaparecieron, apagadas por golpes autoritarios", sostiene el documento.
"Cabe hacer votos para que nunca más la libertad en la región sea amenazada, y para que en cada país, los pueblos siempre puedan resolver en paz sus diferencias", agrega.
Hubo frustración entre las organizaciones defensoras de los derechos humanos. "La muerte del general Pinochet debería servir para que las autoridades chilenas y de los gobernantes en otros lugares tomen conciencia y recuerden la importancia de la celeridad de la justicia para los crímenes contra los derechos humanos", declaró Amnistía Internacional.
Acaso la única voz que salió en su defensa, fue la ex premier británica Margaret Thatcher, quien dijo estar "profundamente triste" por el deceso de Pinochet.
El gobierno de Tony Blair tomó distancia de la "Dama de Hierro" y sólo rindió homenaje "a los notables avances que Chile hizo durante los últimos 15 años como democracia abierta, estable y próspera".