Quito, EFE
Ecuador se mantiene a la expectativa ante la decena de
manifestaciones callejeras anunciadas para mañana, en la
ciudad portuaria de Guayaquil a favor y en contra del Gobierno
y por reivindicaciones de distintos sectores.
El alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, anunció a comienzos
de mes una protesta con el fin de que el Gobierno atienda su
demanda de mayor seguridad para su ciudad, a lo que el partido
Roldosista Ecuatoriano (PRE) respondió convocando su propia
manifestación en apoyo del ejecutivo.
Analistas políticos aseguran que esas dos manifestaciones
constituirán un pulso entre el PRE y el Partido Social
Cristiano (PSC), al que pertenece Nebot, los cuales mantienen
una reñida disputa por captar adeptos, sobre todo en la zona
costera y tropical del país.
Los hilos de la política mantienen también enfrentados a
dos ex gobernantes: León Febres Cordero (PSC) y Abdalá Bucaram
(PRE).
Cada uno de ellos apoya las marchas de sus respectivos
partidos, aunque el primero ha advertido que no asistirá
porque se anuncia la protesta como "no política" y él es un
político.
El segundo, mientras tanto, apoya la protesta desde Panamá,
donde goza de asilo político desde 1997, cuando fue destituido
por una supuesta "incapacidad mental para gobernar" decretada
por el Parlamento tan sólo seis meses después de haber asumido
el mando.
Para el analista económico Pablo Lucio Paredes, Ecuador
está "en plena conflictividad política, porque esto no sólo es
un espacio de pelea entre el Gobierno, el alcalde de Guayaquil
y el PSC, sino que la pelea es más amplia".
"Es una lucha por el poder en la provincia del Guayas
(capital Guayaquil), y en toda la costa entre el PRE, PSC y el
Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN, del
bananero Alvaro Noboa). Desgraciadamente, el país sigue
perdiendo recursos y energía en estas peleas", opinó.
Los llamamientos a la calma por parte del Gobierno de Lucio
Gutiérrez no han surtido efecto y, por el contrario, los
líderes de las dos manifestaciones han endurecido sus
posiciones y han reafirmado sus protestas a pesar de que
ninguno tiene autorización oficial para realizarlas.
La protesta impulsada por Nebot, llamada "marcha blanca", y
la liderada por el PRE, se han convertido en un detonante para
que otros sectores, incluido el Gobierno, también preparen sus
propias manifestaciones.
El viceministro de Bienestar Social, Bolívar González,
auspicia una marcha de indígenas: "Vamos a salir desnudos, no
existe ni marcha blanca ni marcha negra", señaló.
También para mañana, miércoles, se prepara una
manifestación denominada "por la unidad y la paz", organizada
por los evangélicos, en la que no se harán reclamaciones
Gobierno ni manifestaciones de apoyo a algún partido político,
pero en cambio sí se brindarán propuestas para ayudar a los
niños.
Aparte de esas manifestaciones, también han aprovechado la
coyuntura otros grupos que marcharán por las calles con
exigencias concretas: transportistas, jubilados,
discapacitados y pequeños comerciantes.
El alcalde de Guayaquil ha pedido al Gobierno que vele por
la seguridad en el curso de las protestas, mientras que
representantes del PRE han solicitado públicamente a las
autoridades que se aseguren de que en las manifestaciones no
se porten armas.
Se mantiene el temor de enfrentamientos entre los
seguidores del PRE y del PSC, pues se presume que las marchas,
ambas por la tarde, van a discurrir en sectores céntricos de
la ciudad y que podrían confluir en alguna intersección.
Nebot sostiene que si no son escuchados, "Guayaquil, dentro
de la unidad nacional", tendrá que optar por las marchas en
apoyo a la autonomía, y "usar este incidente como un peldaño
para ir por la escalera del progreso".
Aclara que no se refiere a un independentismo: "Guayaquil,
una vez más, da una voz de alerta y le dice al Gobierno que
Guayaquil también es la Patria y el Ecuador".
En el año 2000 se celebró en Guayaquil un plebiscito por la
autonomía, que arrojó una mayoría a favor, pero sin que
posteriormente tuviera una aplicación práctica.
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