Miércoles | 20.04.2005
BATALLAS CALLEJERAS EN TORNO AL PALACIO CARONDELET
Crece la protesta en Ecuador: un muerto y 40 heridos en
los choques
Miles de ecuatorianos marcharon en Quito y avanzaron sobre
la sede presidencial. Exigen la renuncia del mandatario. El muerto es un
fotoperiodista chileno. Reunión de emergencia del alto mando militar.
Pablo Biffi. QUITO ENVIADO
ESPECIAL
pbiffi@clarin.com
La crisis en Ecuador escalaba anoche,
al cierre de esta edición, con auténticas batallas campales que presenció
este enviado a pocas cuadras del Palacio Presidencial que ya dejaron un
muerto y por lo menos 40 heridos debido a la lluvia de gases que lanza
la policía sobre la multitud. No era claro el futuro del presidente Lucio
Gutiérrez. Los altos mandos del Ejército realizaron esta madrugada una
reunión secreta de emergencia.
La gente demanda la renuncia inmediata del jefe de Estado en una acción
que remeda la crisis en nuestro país que acabó con el gobierno de
Fernando de la Rúa. Aquí también, como entonces en Argentina, la
multitud grita que se vayan todos los políticos y hace cacerolazos en la
calle. Pero lo de anoche subió enormemente en el nivel del
enfrentamientos. Una marcha de alrededor de 40.000 personas avanzó hacia
la sede presidencial protegida por tres anillos de seguridad. El primero
de esos escudos armado por la policía se encontraba a un kilómetro del
Palacio Carondelet, el edificio gubernamental. Los manifestantes pudieron
quebrar ese cordón y el siguiente, a tres cuadras de la residencia, pero a
costas de una lluvia de gases lacrimógenos y golpes de cachiporra. En
esos enfrentamientos murió el fotoperiodista chileno Augusto García
Romero, de 51 años, según revelaron fuentes médicas. Los heridos lo
fueron por las bombas de gas.
Los manifestantes son en su mayoría estudiantes, gente de clase media y
alta y también se ve a gran cantidad de personas ancianas, muchas mujeres
de edad que enarbolan carteles e insultan a Gutiérrez. La gran furia de
este sector de la sociedad, que se ha beneficiado sin embargo por la
dolarización del país y las ganancias por el alza constante del petróleo,
es por una maniobra del mandatario que logró que la Corte Suprema —por
él elegida en otro discutido acuerdo parlamentario en diciembre pasado—
levantara los cargos de corrupción contra el ex presidente Abdalá
Bucaram, una personalidad particularmente detestada aquí, quien de ese
modo regresó del exilio en Panamá junto a otros ex funcionarios también
perdonados por sus delitos.
La furia popular que produjo ese arreglo, con el cual Gutiérrez
logró fortalecer su frágil mayoría parlamentaria, causó una andanada
de protestas en las calles de la capital que el presidente buscó resolver
de la peor manera cuando este fin de semana decidió por decreto derogar
la Corte Suprema e imponer el Estado de Emergencia.
"Abajo el dictador maricón", gritaba la gente en la cabecera de
la marcha desafiando a la policía y al Ejército a poco más de 200
metros de la puerta principal de la casa de gobierno protegida por fuerzas
de elite del Ejército. Un analista le dijo a este enviado que no era
claro qué podía suceder si la gente continuaba avanzando. "O los
militares abren fuego o los dejan pasar y le piden la renuncia a Gutiérrez".
El Palacio Carondelet está ubicado en el centro histórico de Quito. La
Plaza Mayor donde está el edificio se encuentra rodeada por alambres
de púas y atemorizantes carros blindados. Esa es la última frontera
para este mandatario, un ex coronel del Ejército que llegó al poder con
el apoyo de los sectores más pobres de la población, pero luego cambió
su discurso radicalmente.
Los manifestantes, justamente en el día de la elección del nuevo Pontífice,
iniciaron su concentración en un lugar simbólico: el Parque de La
Carolina, en el norte de la ciudad, donde se levanta la Cruz del Papa.
La concentración se inició a las 5 de la tarde, soleada y cálida,
cuando cientos de estudiantes universitarios comenzaron a ocupar las
escalinatas de la Tribuna de los Shiris, los antiguos indígenas
habitantes de estas tierras.
Con banderas ecuatorianas, tarjetas rojas para "expulsar al
dictador", sonoros silbatos, alguna que otra cacerola, palos y
bengalas, los estudiantes llevaban la voz cantante. A la derecha, sobre el
parque, decenas de autos importados y camionetas 4x4 descansaban a la
espera del regreso de sus dueños, partícipes clave de estas
movilizaciones populares que exigen una "revolución de las
instituciones".
Estas protestas comenzaron la semana pasada, cuando Gutiérrez disolvió
la Corte Suprema y decretó el estado de emergencia, luego derogado.
Cuando el Congreso ratificó la disolución, el lunes, muchos pensaron que
las protestas bajarían de intensidad. Pero eso no ocurrió y se
extendieron al resto del país.
"Yo he venido porque estamos hartos de que hagan con nosotros lo que
quieren. Queremos democracia y que se vayan estos políticos que
hundieron al país", dice, eufórica, Camila, una "forajida",
según se autodenominan los manifestantes, tomando el nombre despectivo
con que los llamó el presidente. Camila parece no tener experiencia en
marchas de protesta: lleva al cuello una bonita cadena de oro y su perfume
parece salido de una publicidad de cine.
Y es que estas movilizaciones callejeras que desde la semana pasada
sacuden la modorra de esta ciudad de 1,2 millón de personas, tienen
varias características que las distinguen de aquellas, por ejemplo, que
terminaron con los gobiernos de Bucaram o Jamil Mahuad.
Camila es parte de una clase media y alta que conforman el grueso de las
protestas, con las necesidades básicas más que satisfechas, porque estas
marchas, por primera vez, no son encabezadas por indígenas o por sectores
populares que exigen trabajo, o simplemente comida.
Cansados del uso discrecional del poder que ha hecho el presidente Gutiérrez,
estos sectores sin conducción y sin experiencia política decidieron
tomar las calles por encima de las estructuras partidarias. A tal punto
hay un componente de clase que las convocatorias y los sitios de
concentración se han hecho —admiten— a través de mensajes de
texto desde los celulares o por correo electrónico.
"Que se vayan todos", insiste un adolescente cuando descubre que
este cronista es argentino, conocedor de los acontecimientos de diciembre
de 2001, cuando cayó de la Rúa. Hay en la participación de los jóvenes
un quiebre generacional entre estos adolescentes, que no han escuchado de
sus padres otra cosa que quejas sobre la clase política, y una dirigencia
que no los representa.
Carlos es profesional y admite que vive bien, en un país dolarizado con
enormes inequidades sociales, pero que en el último año ha crecido un 6
por ciento, producto de un barril de petróleo por encima de los 50 dólares,
y la inflación anual estancada en menos del 2 por ciento. "¿Sabes
qué?", pregunta, y se contesta: "Tenemos que terminar con estos
políticos corruptos", dice.
En las palabras de Carlos está también otra de las características de
estas marchas: el llamado a "asambleas", "barriadas" o
"cabildos" para decidir el destino del país, por fuera de las
estructuras políticas o de las instituciones democráticas, pero sin líderes
y con intereses más bien disímiles.
REPRESION. CARROS HIDRANTES DE LA
POLICIA ARREMETEN CONTRA LOS MANIFESTANTES EN QUITO. (Foto: AFP)