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El conflicto iraquí // EL LENTO PROCESO DE RECUPERACIÓN >> REPORTAJE Renacer de las cenizas del pillaje
Irak recobra gradualmente el patrimonio arqueológico robado por los saqueadores
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La estatua Basetki (2.300 antes de Cristo) tras su retorno al museo, el 11 de noviembre. Foto: AP / ANJA NIEDRINGHAUS |
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MONTSERRAT RADIGALES BAGDAD / BABILONIA
Lo único que aún permanece en sus maltrechas salas son algunas estatuas de grandes dimensiones y los enormes e inamovibles relieves murales de los periodos asirio y caldeo. Un paseo por sus dependencias aún hace que se encoja el corazón. La destrucción y el saqueo del Museo Nacional de Irak --una de las joyas del patrimonio arqueológico universal-- en medio del caos que se produjo tras la caída del régimen de Sadam Husein y la entrada de las tropas de EEUU en Bagdad, escandalizó al mundo. Ahora, lentamente, el museo intenta renacer de las cenizas. De las aproximadamente 14.000 piezas robadas por los asaltantes, el museo ha recuperado ya 3.000, según explica su director, Donny George, un cristiano asirio educado en Cambridge. "Además --añade-- según la información de que disponemos, 1.000 piezas más han sido encontradas y requisadas en Jordania, otras 1.000 en EEUU y unas 500 en Francia". El proceso es lento, pero George dice que, por primera vez, se siente optimista: "Casi todos los días nos llega alguna pieza, ya sea a través de la policía iraquí, de la policía militar de EEUU o incluso de ciudadanos iraquís que han optado por devolverlas después del anuncio de una amnistía. No sé si jamás llegaremos a recuperar todo lo perdido, pero creo que una gran parte sí".
La memoria histórica Entre las piezas recuperadas se encuentra la más importante de las que fueron robadas y una de las auténticas joyas del museo: la Vasija de Warka, que procede del templo del mismo nombre y data aproximadamente del año 3.200 antes de Cristo. Tiene una altura de más de un metro y expresa la filosofía de los sumerios sobre la creación del hombre y de la vida. También se ha recuperado una estatua de bronce del periodo Acadio, de alrededor del 2.300 antes de Cristo. En cambio, otra pieza muy valiosa sigue desaparecida: "Se trata de una estatua decapitada de un rey sumerio llamado Antemena. No tenemos ni idea de dónde está". EEUU, que fue blanco de todas las críticas por no haber protegido el museo como era su obligación por ser potencia ocupante, se esfuerza ahora por remediar el daño causado por omisión. "Su actuación aquellos días --afirma el director-- fue imperdonable y el saqueo hirió a la gran mayoría de nuestros ciudadanos en el corazón, porque estamos hablando de la memoria histórica de los iraquís, que es la mayor riqueza del pueblo. Pero ahora los norteamericanos llevan a cabo un trabajo excelente con nosotros. Crearon un equipo especial dedicado a la búsqueda de las antigüedades robadas y, además, nos ayudan a rehabilitar la institución". La mayoría de las salas del museo siguen vacías y el actual emplazamiento de las piezas es un secreto bien guardado. "Están en un lugar muy seguro", dice el director, que no quiere ni siquiera revelar si se encuentran en el edificio o no. Además del robo de las piezas, el museo sufrió otros daños materiales. Los saqueadores se llevaron los ordenadores y el mobiliario, reventaron las puertas y destruyeron las vitrinas. El director enseña con orgullo su despacho, ya totalmente renovado. "Creo que en seis meses --explica-- habremos rehabilitado el edificio y todo lo que comporta, desde el aire acondicionado hasta los sistemas de seguridad. Antes había cámaras de vigilancia, pero muy pronto tendremos uno de los sistemas electrónicos más modernos" El museo sigue cerrado al público, pero eso no significa que no se trabaje. "Nuestra actividad no se limita a las salas de exposición. Ésta es una institución cultural y de investigación. El trabajo administrativo sigue, y además está el laboratorio, el estudio y clasificación de las piezas recibidas". El escándalo del saqueo sirvió al menos para sensibilizar a las instituciones culturales y a los museos de antigüedades más importantes del mundo que, en una conferencia organizada por la Unesco a finales de abril, se comprometieron a prestar ayuda. "Durante muchos años estuvimos aislados. Pero ahora recibimos una inestimable ayuda internacional, tanto en el plano financiero y material como en la formación de arqueólogos e investigadores. Todos colaboran: el Museo Británico, el Louvre, el Metropolitan de Chicago, el Pergamon de Berlin y muchos otros", señala George con satisfacción, mientras sueña con el momento en el que la institución que dirige pueda reabrir sus puertas.
Noticia publicada en la página 12 de la edición de Lunes, 22 de diciembre de 2003 de El Periódico - edición impresa. Para ver la página completa, descargue el archivo en formato PDF
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