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El rey de Nepal ya se siente acorralado
Katmandú. DPA y ANSA
El multitudinario movimiento contra el autocrático régimen del rey Gyanendra, en Nepal, no muestra señales de cansancio. Durante el fin de semana, más de 100 000 personas salieron a las calles sólo en Katmandú, pese al toque de queda y la brutal represión policial.
Decenas de miles siguieron el ejemplo en otras partes del pequeño país ubicado entre India y China. El ambiente se vuelve cada vez más republicano: “¡Lárgate, Gyanendra!”, es una de las soluciones más populares estos días. El monarca sigue pensando que ciertas concesiones tácticas le permitirán revertir el rumbo de la situación. El viernes por la noche ofreció a la alianza de siete partidos opositores (SPA) que designe un nuevo Primer Ministro. Como si eso fuera suficiente. El movimiento democrático, abrumadoramente pacifista y apoyado por los rebeldes maoístas que envían a sus militantes desarmados a las manifestaciones, tiene objetivos más ambiciosos.
El principal es una asamblea constituyente que tendría a su disposición la Carta Magna de 1990. Ésta define al único reino hinduista del mundo como una monarquía constitucional, sin embargo, otorga al rey amplios poderes de intervención y emergencia. Precisamente, ésta es la Constitución que Gyanendra ha desvirtuado hasta el límite.
Con su poco entusiasmada oferta de compromiso, el rey “ha querido alcanzar a los pocos simpatizantes de una monarquía constitucional dentro del movimiento democrático”, escribió la autora nepalesa Manjushree Thapa en el semanario indio Tehelka. Su sentencia fue que “De manera obvia e hipócrita, intenta dividir al movimiento de masas para aislar a los republicanos liberales”.
Considerando las persistentes manifestaciones, se podría pensar que el intento de Gyanendra no ha tenido éxito. Soldados del Ejército Real nepalés desenrollaron ayer alambres de espino alrededor del palacio real de Narayanhiti, en el corazón de Katmandú, pues las masas se acercan cada día más hacia el sitio.
El undécimo -y posiblemente último- monarca de la dinastía Shah se acuartela en su residencia real, lo que no afinará su sensibilidad sobre lo que sucede más allá de los históricos muros. El comunista Jhalnath Khanal, uno de los líderes del SPA, opinó ayer que Gyanendra “se ha convertido en prisionero en su propio palacio”.
Entre tanto, un manifestante nepalés, que resultó herido de varios disparos, el jueves pasado durante una manifestación de protesta, murió ayer en un hospital de India donde había sido ingresado, informaron fuentes sanitarias.
Prem Lal Lamichhan resultó herido junto a otros manifestantes cuando la policía abrió fuego sobre la multitud que protestaba contra el rey Gyanendra en Bardiya. A causa de la falta de estructuras sanitarias, los heridos fueron internados en un hospital de Lucknow, capital del vecino estado indio de Uttar Pradesh.
En los últimos 15 días, desde que estallaron las protestas en Nepal contra la monarquía del rey Gyanendra, al menos 13 personas murieron y centenares resultaron heridas, en enfrentamientos en las calles de la capital Katmandú y en otras ciudades.
A raíz de esas protestas, un nuevo toque de queda de 11 horas fue impuesto en la capital nepalesa, anunció la TV pública.
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