GRAN BRETAÑA ACUSA A LOS PARAMILITARES PROTESTANTES
Londres desconoce el alto el fuego en el Ulster
María Laura Avignolo. PARIS.
CORRESPONSAL
mavignolo@clarin.com
Irlanda del Norte ha regresado a sus
inciertos tiempos de violencia después de que el gobierno británico
declaró ayer que no reconoce más el alto al fuego, declarado en 1997
por los paramilitares protestantes del Comando de Manos Rojas y la Unión
de Voluntarios del Ulster(UVF), como consecuencia de cuatro días de los
peores disturbios entre los protestantes y las fuerzas de seguridad en una
década en Belfast.
El no reconocimiento del alto al fuego de los paramilitares significa que
pueden ser detenidos, procesados y condenados por sus acciones de los últimos
días contra el Ejército y la Policía, que incluyeron ataques con
granadas caseras, disparos de armas de fuego y 70 policías heridos.
Según declaró el secretario británico para Irlanda del Norte, Peter
Hain, los protestantes no están cumpliendo con el cese del fuego acordado
como parte del Acuerdo del Viernes Santo (1998). Y agregó que los
enfrentamientos del pasado fin de semana entre grupos unionistas y la
Policía "son inaceptables".
Otro tenebroso incidente que va a tener un alto impacto en el proceso político
local se produjo el lunes. El IRA utilizó la cobertura de los violentos
disturbios entre los protestantes y la Policía para atacar y dejar con
graves heridas en la cabeza a Jess Commander, el testigo del asesinato del
católico Robert McCartney en un pub de Belfast el año pasado, y cuyo
homicidio fue una de las razones fundamentales para el desarme de la
guerrilla católica.
A 100 metros de los disturbios protestantes pero en una calle de Belfast
Oeste, Commander fue atacado con barras de hierro y una navaja por una
banda de siete hombres enmascarados cuando caminaba junto a su novia. Fue
hospitalizado en coma y con serias heridas en la cabeza.
Commander estaba en el pub junto a McCartney cuando, después de una pelea,
éste último fue degollado por un supuesto grupo de guerrilleros del
IRA.
Las cinco hermanas McCartney rompieron el tabú de silencio que impera en
los barrios católicos de Belfast frente a las acciones del IRA.
Denunciaron el asesinato internacionalmente y el caso fue llevado a la
Corte Europea de Justicia. Fueron recibidas personalmente por el
presidente George Bush en la Casa Blanca y Washington impidió al Sinn
Fein, brazo político del IRA, recolectar dinero para su causa
republicana en Estados Unidos.
El asesinato de McCartney fue un desastre de relaciones públicas y una de
las causas que forzó a la guerrilla republicana irlandesa a acelerar su
desarme dos meses atrás.
"Esto fue un intento de asesinato", denunció Paula McCartney,
hermana del asesinado. Lo atacaron con una navaja. Tiene serias heridas en
la cabeza", y afirmó que una de las personas que participó en el
ataque también había intervenido en el asesinato de su hermano.
Las derivaciones del caso McCartney y el no reconocimiento por parte de
Londres del alto el fuego de los protestantes serán un cóctel explosivo
en el futuro de la paz de Irlanda del Norte.
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